Cueva
estaba dispuesto, sí, así es. Estaba dispuesto a avanzar hacia la pequeña cueva. La ví a lo lejos desde un animal que puede cargar hasta 5 pasajeros, un animal gigantesco. Es necesario decir que mi animal no traía mas pasajeros más que yo. Era un enfrentamiento entre la cueva y un servidor.
No estaba seguro de cruzar el camino que dividía el lugar dónde dejé mi animal y la cueva, ya que de vez en cuando pasaban mas animales que podían cargar mas o menos animales. Desde una persona, en esos animales como avispas, hasta los enormes animales grises o blancos de hasta 40 personas.
“Es hora de ir y enfrentar la cueva” – dije mentalmente.
Me encaminé hacia la cueva y con cuidado retiré las hojas y maleza que la cubrían. Después de fijarme que nadie mas estuviera alrededor, para no pegarle con las hojas que aventaba y retiraba de la entrada de la cueva, regresé a mi animal gigantesco.
Desde la distancia que me separaba (que no era de mas de
Decidido, monté en mi animal, le dije que fuera hacia delante y crucé ese pequeño camino que nos separaba.
Crucé el umbral, dejé a mi animal en la cueva, le dije que se quedara dónde estaba y le quité la vida momentáneamente. Salí para tapar la entrada a la cueva. Puse unas cuantas ramas, mucha maleza y atravesé un pedazo de metal, para hacer “segura” la cueva.
Del portaequipaje, que tiene incluido el animal, bajé mis herramientas de trabajo y mi gabán. Amarré a mi espalda el equipaje dónde estaban mis herramientas y cargué mi gabán.
Con mucha precaución me aproximé a la parte mas profunda y oscura de la cueva, vi a mi lado a mi animal dejando de respirar, dando suspiros tenues. Con una herramienta pequeña, como sierra, perforé un pedazo de madera y metal que se encontraba a mi izquierda. Giré hacia un lado el instrumento y me dejó ver…la sala de mi casa.
Arriba y adelante!!!
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