lunes, diciembre 17, 2007

Sobre aviones

Saludos,

mi abuelo me dio en una ocasión un armable, con piezas diminutas (que ya a la edad que lo obtuve me costaba trabajo distinguirlas) y un color grisáceo. Ese armable era un excelente submarino, de la segunda guerra mundial y con el número a un costado. Nunca lo he terminado de armar.
Y me pregunto si acaso el hecho de haber sido un submarino haya influido en el armado total del juguete. Creo que si hubiera sido de un avión hubiera terminado construyéndolo. Hasta pintado, que era mi mayor flojera.
Cuando lo veo arrumbado en mi closet pienso que se vería de maravilla, sublime, con su pedestal en algún lugar. Pero simplemente la marina no es lo mío. Yo prefiero el aire, volar entre las nubes, chocando con ellas y con las turbulencias que me recuerdan a los baches que nos invaden en la ciudad de Guadalajara.

El volar es una situación de oído. Al ir subiendo, a gran parte de los voladores se les tapan los oídos, pero es sencillo destaparlos o evitar que se tapen. Para destaparlos se tiene que mascar chicle o bostezar (el simple hecho de decir esa palabra me provoca el bostezo) y para evitar que se tapen, también. Al ir bajando, de igual manera hay que abrir la boca grande en un bostezo o masticar el chicle que debe estar insaboro, si es el caso que aún se conserve y no se haya tirado por la malísima comida de clase turista y la “no-tan-mala” de clase ejecutiva.
La señorita azafata amablemente dirá: “¡todavía no se pare!” con una sonrisa y te volverás a arranar en el asiento mientras ves al acomodador de aviones, que para ir con mejor estilo, debería de traer un trapo para dar señales y chiflarle al piloto. Ya cuando uno desciende, teme por su vida al ver la turbina jalando aire a alguno de los costados de la escalera. Los grandes motores que en ocasiones son Rolls Royce (hay que aprovecharlos, quizá sea lo mas cercano que estemos a esos carros) succionan lo que hay a su paso y lo convierten en trocitos (exceptuando ese sujeto que gracias al casco se salvó milagrosamente).

Mi abuelo paterno iba a entrar de piloto, pero su estatura se lo impidió. Es posible que en los genes por eso me gusten los aviones, pero no tanto como para querer estudiar eso, y tampoco como para saber de pe a pa de los aviones. Simplemente me gustan y los prefiero a los submarinos. Lástima que no me tocó conocerlo, con un poco mas de tiempo me hubiera tocado.
A veces pienso que murió de capricho, bien dijo que no le hablaran a la ambulancia, pero en el momento en que se puso mas mal, llamaron mis tíos y mi papá. En cuanto se escuchó el timbre mi abuelo partió. Así fue como abandonó este mundo, su caprichito le costó la vida.

El submarino debe seguir intacto, un poco polvoriento. Y no tengo ganas de armarlo. Eso de las manualidades no se me da. Me gustaría mas ya haberme subido a un submarino que haber armado uno a escala e igualmente dejarlo arrumbado.

Arriba y adelante!!!

P.D. y así es como termina este ensayo de la semana, ya tenía mucho que no escribía tan seguido ensayos. Que lo disfruten, si no, se aceptan comentarios.

Arriba y adelante!!!

4 comentarios:

Lex Sánchez dijo...

I HATE manualidades too, pero me gusto muchisimo sabes? Me pareció muy agradable conocer de tu abuelito, de una manera tan especial, ligada con la pequeña historia el obsequio. Los detalles nos llevan a tan grandes proezas y en tu caso a profundos pensamientos, historias, recuerdos, deseos...

Que impresión que las personas somos de unicas maneras ¿cierto?

Alejandro Vargas dijo...

gracias por el comment tocayita, pues no es como debe de ser, imagínate todos iguales, aburridoooooooooooo!!!

saludos!

Mielina dijo...

Los submarinos no son de mi agrado. Prefiero lo barcos ó los aviones ;)

Saludos.

Alejandro Vargas dijo...

Jajaja, yeah!!! son mucho mejores verdad!!!

(h5)